Consecuencias del turismo de masas

Este artículo no tiene otro objetivo que pararnos por un instante a reflexionar sobre hacia qué modelo de sociedad nos lleva la gallina de los huevos de oro. Dicho de otro modo, nos hemos preguntado alguna vez ¿por qué crece el turismo de masas, qué consecuencias positivas o negativas conlleva, qué alternativas tenemos, o quiénes son sus responsables?

El siglo XX marcó el inicio de una era dorada para el turismo, impulsada por avances tecnológicos que transformaron radicalmente la forma en que viajamos. Desde la navegación y el ferrocarril hasta la popularización del automóvil y la aviación, cada innovación abrió nuevas fronteras y democratizó el acceso a los viajes. Sin embargo, no fue solo la tecnología la que impulsó este cambio. Las mejoras laborales, como la flexibilización del tiempo y el aumento de la capacidad de ahorro, permitieron que más personas pudieran disfrutar de viajes de placer, rompiendo las barreras regionales que antes limitaban el turismo.

Pero, ¿qué fue lo que realmente catalizó la explosión del turismo masivo? En mi opinión, los medios de comunicación jugaron un papel crucial. A través de programas de entretenimiento y publicidad, se creó una cultura del viaje que promovía el turismo como una forma de ocio accesible y deseable. Las empresas turísticas, con su amplia gama de servicios, también contribuyeron a esta tendencia, haciendo que viajar fuera más fácil y atractivo que nunca.

Un Análisis del Siglo XX y XXI

Al entrar en el siglo XXI, hemos visto una nueva revolución en el turismo, impulsada por las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La penetración de internet, el uso de smartphones y la aparición de aerolíneas de bajo costo han hecho que viajar sea más sencillo y asequible para una mayor parte de la población. Este fenómeno ha llevado a una verdadera masificación del ocio turístico, donde el deseo de explorar el mundo se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas.

Sin embargo, la pandemia de COVID-19 supuso un freno temporal a esta tendencia. Durante un tiempo, el mundo se vio obligado a quedarse en casa, y el turismo sufrió un golpe sin precedentes. Pero, como hemos visto en los últimos dos años, el deseo de viajar no ha desaparecido. Al contrario, ha resurgido con más fuerza, impulsado en gran medida por el uso hedonista de las redes sociales, que nos muestran constantemente destinos exóticos y experiencias de viaje envidiables.

Uno de los rasgos más destacados de la sociedad moderna es la prevalencia del individualismo sobre los valores colectivos. Este fenómeno se manifiesta también en la forma en que viajamos y compartimos nuestras experiencias. Las redes sociales han reforzado una necesidad casi compulsiva de mostrar al mundo lo bien que lo estamos pasando en nuestros destinos turísticos. Parece que buscamos más inmortalizar el momento que descubrir momentos inmortales, el transmitir el placer instantáneo que el disfrutar con el recuerdo de ese instante.

¿Qué motiva el afán por capturar y compartir imágenes de nuestra felicidad cuando estamos de viaje? Este es ya otro tema que merece una reflexión profunda y que va más allá de la simple crítica al comportamiento individual.

turismo de masas

Viajar, de la apariencia a la autenticidad

Es crucial que, como sociedad, empecemos a valorar más las experiencias auténticas y menos las apariencias. Viajar debería ser una oportunidad para conectar con nuevas culturas, aprender y crecer como individuos, no solo una ocasión para alimentar nuestro ego a través de las redes sociales. Solo así podremos encontrar un equilibrio entre disfrutar de nuestros viajes y respetar el mundo que nos rodea.

El mundo, especialmente Occidente, se encuentra en un momento de replanteamiento de la frontera que separa el viaje del turismo masivo. Este sentir debe ser abordado desde múltiples perspectivas y críticas. Las generaciones tanto actuales como venideras debemos exigir medidas innovadoras, entender las razones que nos han llevado a esta situación y cómo podemos solucionarlo a tiempo.

El turismo de masas ofrece algunas ventajas, entre las que destacan el impulso económico y la creación de empleo en las regiones turísticas. Este tipo de turismo genera ingresos significativos que pueden ser reinvertidos en la mejora de infraestructuras y servicios públicos, mejorando la calidad de vida de los residentes locales. Además, fomenta el intercambio cultural y la comprensión entre diferentes culturas. Asimismo, supone un reconocimiento internacional, incrementando la visibilidad del destino a nivel mundial, lo que puede atraer a su vez más inversiones, y con ello facilitar la preservación del patrimonio histórico y natural, si estos destinos turísticos reinvierten en la conservación de sus atractivos para mantener el interés de los visitantes.

Este fervor por el turismo popular lo podemos apreciar en España desde los años 60, especialmente en regiones como la Costa del Sol y las Islas Baleares; en México, destinos como Cancún y la Riviera Maya han sido epicentros del turismo de masas desde los años 70; Tailandia desde los años 80; Italia, desde décadas con ciudades como Roma, Venecia o Florencia; o Albania en estos últimos años.

Sin embargo, la masificación de los viajes puede tener múltiples consecuencias negativas si no se implementan estrategias que equilibren los beneficios económicos de los que hemos hablado con la protección del medio ambiente y las comunidades locales. Aquí, recojo alguno de los riesgos más significativos en los que podemos incurrir:

  • Degradación ambiental: El aumento de visitantes puede llevar a la sobreexplotación de recursos naturales, contaminación y destrucción de hábitats naturales. Esto incluye la erosión del suelo, la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad.
  • Saturación de infraestructuras: Las infraestructuras locales, como carreteras, sistemas de agua y saneamiento, pueden verse sobrecargadas, lo que puede llevar a un deterioro en la calidad de vida de los residentes.
  • Impacto cultural: Las comunidades locales pueden experimentar una pérdida de identidad cultural debido a la influencia externa. Las tradiciones y costumbres pueden verse alteradas para satisfacer las demandas turísticas, transformando los destinos en lugares demasiado mercantilizados por la voracidad de la globalización capitalista que termina ofreciendo un producto fabricado en serie, sin autenticidad.  
  • Aumento del costo de vida: La demanda turística puede hacer que los precios de bienes y servicios locales aumenten, lo que puede dificultar la vida de los residentes locales.
  • Turismofobia: A pesar de los beneficios económicos que puede traer el turismo de masas, también puede generar tensiones y conflictos entre turistas y residentes, especialmente si no hay un respeto a las normas y costumbres locales, generando una creciente frustración y rechazo.
  • Dependencia económica: Las comunidades que dependen en gran medida del turismo pueden volverse vulnerables a las fluctuaciones económicas y a los cambios en las tendencias turísticas.

La fábula de Esopo

El maridaje de todos estos efectos concatenados puede alterar significativamente la dinámica social y económica de las ciudades y las zonas rurales afectadas.

Los poderes públicos, económicos y políticos, incluidos los de nuestro país, pueden incurrir en creer haber encontrado en el turismo la gallina de los huevos de oro. Si optan por políticas cortoplacistas o de satisfacción de las necesidades inmediatas, colectivas o individuales, lícitas o ilícitas, les va a impedir ver a dónde nos puede llevar esta nueva realidad del turismo masivo.

Moraleja: corremos el riesgo de esquilmar y arrasar con grandes atractivos naturales y culturales, tal y como ya está ocurriendo en algunos lugares de nuestro planeta.

Las áreas populares entre los turistas están empezando a experimentar otro problema añadido, cual es el aumento de los costos de vida y del alquiler o adquisición de viviendas, una autentica encrucijada para las personas que buscan acceder por primera vez al mercado de la vivienda. Casualidad o no, los municipios con más viviendas destinadas al uso turístico son donde el alquiler de la vivienda habitual es más caro. Esta situación puede llevar al desplazamiento de los residentes locales en los barrios y a la despoblación autóctona en las zonas rurales, cambiando la estructura social de las urbes y las áreas rurales.

La gentrificación resulta un tema complejo y multifacético, agravado por la proliferación incontrolada de las viviendas de alquiler vacacional. Aunque estos alquileres pueden generar ingresos para los propietarios y atraer turismo, también pueden generar otros problemas significativos.

En algunos casos, ha afectado a la convivencia y calidad de vida, causando molestias a los vecinos residenciales debido al ruido y la rotación constante de inquilinos, lo que debilita el sentido de comunidad. Además, también ha alterado la dinámica urbana, afectando a la autenticidad y la vida cotidiana del lugar. Finalmente, la falta de regulación efectiva a este respecto ha dificultado el control y la fiscalización de estas viviendas, exacerbando los problemas mencionados.

Esta nueva realidad requiere un equilibrio cuidadoso entre el desarrollo económico y la protección de los negocios y comunidades locales.

El alquiler vacacional de viviendas con fines turísticos es una tendencia creciente derivada de este turismo de masas que está generando una serie de desafíos en muchas ciudades y zonas rurales. A los problemas más destacados ya señalados se une el de la competencia desleal con el resto operadores turísticos regulados. Aquí, algunos puntos clave:

  • Regulación desigual: Las viviendas turísticas a menudo no están sujetas a las mismas regulaciones que otros tipos de alojamientos, como las casas rurales o los hoteles. Esto puede incluir normas de seguridad, higiene y accesibilidad.
  • Impuestos y tasas: Las viviendas turísticas pueden no pagar los mismos impuestos y tasas que los alojamientos tradicionales, lo que puede resultar una ventaja competitiva injusta, en términos de costos operativos.
  • Calidad y servicios: Las casas rurales y otros alojamientos tradicionales suelen ofrecer servicios adicionales y una calidad garantizada y supervisada, lo que puede no ser el caso de todas las viviendas turísticas. Sin embargo, los turistas pueden optar por las viviendas turísticas debido a precios no siempre más bajos, afectando negativamente a los negocios locales que invierten en mantener altos estándares. Tenemos que tener presente que la gestión de calidad es fundamental para ofrecer experiencias satisfactorias a los visitantes.
  • Promoción y visibilidad: Las plataformas online promueven a menudo viviendas turísticas con el mismo alcance global y visibilidad que el resto alojamientos tradicionales, a pesar de jugar estas últimas con las desventajas competitivas vistas.

¿Cómo mitigar los efectos negativos de las VUT?

Encontrar el equilibrio entre los derechos de los propietarios y las necesidades de la comunidad es fundamental para abordar los desafíos del alquiler vacacional. Esto pasa por abordar una regulación específica en la materia, si no el problema se seguirá agravando. Hay todavía en determinados territorios, algunas lagunas legales que afectan a la seguridad jurídica de los operadores turísticos, especialmente en áreas rurales.

Para lograr esta armonía, es fundamental que las políticas públicas se orienten hacia la protección de la vida local. Esto implica no solo regular el número de alojamientos turísticos, sino también fomentar la existencia de viviendas accesibles para los residentes. La convivencia pacífica entre turistas y locales debe ser una prioridad, y esto solo se logra con normas claras y justas para todos.

Además, es esencial reinvertir los beneficios del turismo en la comunidad vía impuestos. Los ingresos generados deben destinarse a mejorar los servicios públicos, la infraestructura y la calidad de vida de los habitantes, no solo al enriquecimiento de particulares, en ocasiones no declarado. Solo así se puede garantizar que el turismo sea una fuerza positiva y sostenible.

Este equilibrio es posible, pero requiere de voluntad política, compromiso comunitario y una visión a largo plazo, basado en los principios de calidad normativa, eficacia, proporcionalidad, seguridad jurídica y transparencia, garantizando una regulación clara y completa para los alojamientos turísticos.

Aunque somos conscientes de los problemas que causamos al viajar, los incentivos siguen pesando más a la hora de hacer las maletas. Solo una minoría está empezando a considerar alternativas que se apartan del turismo de masas, promoviendo un turismo más sostenible y responsable. Estas alternativas buscan minimizar el impacto ambiental y cultural, promoviendo prácticas respetuosas con el entorno y las comunidades locales.

Entre estas modalidades nos encontramos con el ecoturismo, centrado en la conservación de la naturaleza y la educación ambiental. El turismo de aventura que ofrece experiencias al aire libre. El turismo rural que promueve visitas a áreas menos desarrolladas, permitiendo a los visitantes experimentar la vida local de manera auténtica, y asegurando que los beneficios económicos permanezcan en la comunidad. La valorización de experiencias emocionales, enogastronómicas o culturales. Los retiros de yoga y meditación, en mayor consonancia con la naturaleza. O simplemente las vacaciones para no hacer nada, que busquen la relajación y encontrarse a uno mismo, en zonas menos masificadas.

Todo ello bajo una filosofía slow travel que fomenta un estilo de viaje más profundo y lento, con una mayor interacción con la comunidad local y cultural, y dejando a la par una menor huella ecológica.

Estrategias de planificación turística

Para el desarrollo sostenible de los destinos y paliar el turismo masificado, es crucial la planificación de estrategias de gestión en materia turística que se alineen con las necesidades locales y las tendencias del mercado.

La turismofobia surge precisamente en destinos que no están planificados, ni preparados para gestionar la llegada de turistas. Para contrarrestar esto, se hace esencial implementar una estrategia turística basada en la sostenibilidad, el equilibrio y el respeto por el territorio y sus habitantes, evitando así el caos y la desregulación. Alguna de estas estrategias pasan por:

  • Desarrollar infraestructura sostenible que pueda soportar grandes volúmenes de turistas sin dañar el medio ambiente.
  • Involucrar a la Comunidad Local en la gestión del turismo para asegurar que los beneficios económicos se queden en la región y se respeten las tradiciones locales.
  • Promocionar el turismo responsable generando prácticas turísticas sostenibles orientadas a la conservación de los entornos y la protección del patrimonio cultural.  
  • Regulación y control de visitantes, estableciendo cuotas de visitantes, limitando la entrada de vehículos en zonas sensibles y regulando el número de alojamientos turísticos.
  • Políticas de precios de entrada y servicios, en función de la demanda de visitantes y generar ingresos adicionales para el mantenimiento y conservación de estos espacios.
  • Diversificación de destinos y fechas, fomentando el turismo en temporadas bajas y promoviendo destinos menos conocidos (zonas rurales o países que no formen parte de los circuitos habituales) para distribuir el turismo de manera más equitativa y reducir la presión sobre los lugares más populares.
  • Uso de tecnología, implementando sistemas de monitoreo y evaluación para medir el flujo de turistas y ajustar las estrategias según sea necesario, permitiendo gestionar los recursos de manera eficiente.
  • Fomentar prácticas sostenibles para que alojamientos y operadores turísticos pueden adoptar medidas ecológicas, como el uso de energías renovables y la gestión eficiente de residuos.

Si todos consideráramos el impacto de nuestras acciones en los demás y confiáramos en que los demás actuarán de manera socialmente responsable, podríamos crear una sociedad más armoniosa y colaborativa, donde los intereses individuales y colectivos se alineen para el beneficio común.

Sobre este basamento debemos plantearnos que el turismo responsable y sostenible es un esfuerzo colectivo en el que tienen que participar diversos agentes. Los gobiernos locales y nacionales deben establecer regulaciones y políticas que promuevan el turismo sostenible. Las empresas privadas, como operadores turísticos pueden adoptar prácticas responsables. Las comunidades locales deben involucrarse en la gestión del turismo para asegurar que las actividades turísticas beneficien a la economía local y respeten las tradiciones y el entorno.

Además, los ciudadanos y turistas pueden moderar su actitud recolonizadora que a menudo transforma significativamente los espacios, concienciándose en reducir la huella de carbono, respetar las culturas locales y apoyar negocios que promuevan la sostenibilidad. Otros actores, como ONGs e instituciones educativas, también contribuyen a través de la conservación del medio ambiente, la promoción de prácticas sostenibles, la educación sobre la importancia del turismo responsable y la formación de profesionales en este ámbito.

En resumen, el turismo, sin duda, dinamiza la economía local, crea empleos y promueve la cultura. Sin embargo, cuando no se gestiona adecuadamente, puede llevar como hemos expuesto a la saturación de espacios públicos, el aumento del costo de vida y la pérdida de identidad de las comunidades. Los residentes, que son el alma de cualquier ciudad o zona rural, a menudo se sienten desplazados y desatendidos.

Todos los actores de esta película debemos buscar equilibrar el desarrollo turístico con la calidad de vida de los residentes, promoviendo un entorno sostenible y armonioso para todos. Para ello, tenemos que tener muy presente que los pilares del turismo sostenible son tres:

  • Medioambiental: minimizar el impacto negativo del turismo y proteger la biodiversidad.
  • Sociocultural: preservar y respetar las culturas locales y las comunidades anfitrionas. 
  • Económico: asegurar un turismo viable a largo plazo y garantizar que sus beneficios se distribuyan equitativamente entre todas las partes interesadas.
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En conclusión, está en nuestras manos trabajar juntos para asegurar que el turismo pueda continuar siendo una fuente de disfrute y beneficio sin comprometer los recursos y valores para las futuras generaciones.

El Futuro: un Turismo Responsable.

¿Qué nuevas innovaciones y tendencias veremos en las próximas décadas? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: el espíritu de aventura y el deseo de explorar el mundo seguirán siendo una fuerza poderosa en nuestras vidas.

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2 comentarios en «Consecuencias del turismo de masas»

    • Gracias Francisco por tu comentario. Como bien apuntas, no es necesario hacer ruido para decir las cosas alto y claro, desde la mesura y el afán constructivo es como se llega a puntos de encuentro y a las soluciones colectivas.

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